UNA HUMORADA DE GARDEL EN
EL ESTUDIO DE GRABACION
El 5 de diciembre de 1930
fue un día muy caluroso. Gardel se encontraba grabando algunas obras en los
estudios de Max Glücksmann en los altos del Teatro Grand Splendid acompañado
por la orquesta de Francisco Canaro. Cuando se imprimía el disco no se podía
prender el ventilador para que el ruido no saliera en la grabación. Gardel se
hallaba sofocado por la alta temperatura, por lo que comenzó por sacarse el
saco, luego el chaleco y la camisa, hasta quedar sólo con los calzoncillos y
los anteojos que usaba para leer las letras de las canciones.
En ese mismo instante,
aparece el técnico grabador, que era un alemán austero, una especie de jefe de
sala de grabaciones quien al ver a Carlitos en semejante estado, le dice muy
seriamente:
—¡Pero, señó Gardel, qué
quiegue decir esto!
Y Carlitos le contesta:
—Esto quiere decir,
viejito, que no tanto hacerte el estrecho, que a mí me han pasado el santo que
vos en Alemania eras “una mandarina”.
Por supuesto que una
carcajada general epilogó la chispeante salida de Carlitos, mientras el rígido
alemán, avinagrado con la broma, hacía un rápido mutis.
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