miércoles, 11 de diciembre de 2013

UNA HUMORADA DE GARDEL EN EL ESTUDIO DE GRABACION
El 5 de diciembre de 1930 fue un día muy caluroso. Gardel se encontraba grabando algunas obras en los estudios de Max Glücksmann en los altos del Teatro Grand Splendid acompañado por la orquesta de Francisco Canaro. Cuando se imprimía el disco no se podía prender el ventilador para que el ruido no saliera en la grabación. Gardel se hallaba sofocado por la alta temperatura, por lo que comenzó por sacarse el saco, luego el chaleco y la camisa, hasta quedar sólo con los calzoncillos y los anteojos que usaba para leer las letras de las canciones.
En ese mismo instante, aparece el técnico grabador, que era un alemán austero, una especie de jefe de sala de grabaciones quien al ver a Carlitos en semejante estado, le dice muy seriamente:
—¡Pero, señó Gardel, qué quiegue decir esto!
Y Carlitos le contesta:
—Esto quiere decir, viejito, que no tanto hacerte el estrecho, que a mí me han pasado el santo que vos en Alemania eras “una mandarina”.
Por supuesto que una carcajada general epilogó la chispeante salida de Carlitos, mientras el rígido alemán, avinagrado con la broma, hacía un rápido mutis.

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